La vida privada del cerebro “por defecto”
El neurólogo que lo descubrió, Marcus Raichle, lo llamó “la vida privada del cerebro”. Hoy es más conocida como la Red neuronal por defecto y esto es así porque cuando el cerebro no está a cargo de ninguna tarea externa que exija su activación en ninguna parte, esta red de estructuras aprovechan para activarse y dedicarse a su tarea.
Más adelante contaré cual es su apasionante tarea (¡qué bien está hecho el Ser Humano!), pero primero vamos a hacer el recorrido de estas estructuras implicadas, a cada cual más importante y laboriosa.
Está formada por el lóbulo temporal, involucrado en la memoria; la corteza prefrontal medial, que modula la atención; la corteza cingulada anterior que convierte la información inconsciente en consciente; la ínsula, encargada del sentido del yo y de la información de las sensaciones y por último, la corteza parietal, que modula el lenguaje. Así, esta red neuronal dibuja la cresta de un punki y se le da también el nombre de Cresta de la Autoconcienciación.
Porque su tarea es la del Autoconocimiento.
Resulta impresionante saber que el ser humano está diseñado para que cuando no estás haciendo nada que te suponga un reto externo (con reto externo me refiero a intentar matar una mosca que está posada en tu brazo), por defecto, nuestro cerebro activa zonas que nos hacen sumergirnos sin darnos cuenta en nuestros recuerdos, sueños, planes y palabras. Ese diálogo interno que toda persona tiene. Esa narración autobiográfica sobre lo que sentimos, lo que notamos, lo que percibimos, lo que éramos, lo que somos y lo que creemos que seremos. Y he aquí donde radica el problema, en querer acallar continuamente esta voz. En hacer miles de tareas que impiden atender a lo que viene de dentro, en no robarle un resquicio al día para darle significado a eso que estamos silenciando.
Este monólogo interno es mayor en personas con ansiedad, baja autoestima, conflictos internos, estrés postraumático, etc. Los budistas lo llaman “la mente de mono” y Santa Teresa de Jesús lo llamó “La loca de la casa”.
¿Y por qué tenemos constantemente este vagabundeo mental, pero no lo queremos escuchar?
Porque constantemente estamos en conflicto entre un deseo y su contrario. Lo aprendemos entre la primera infancia y la juventud, entre vincularse y desvincularse de esa persona que te tiene que cuidar y proteger o alejarte de ella porque también te hace daño, con su silencio, con su desprotección, o con su negligencia. O en situaciones más comunes a medida que vas creciendo, cuando quieres ir conquistando tu espacio personal, y no entran las creencias o ideas de estas personas que en su momento fueron tu único faro en la vida. Desde luego, esto se va traduciendo en situaciones de la vida cotidiana, tan sutiles como querer una barra de pan por su sabor y no quererla porque te engorda, y así constantemente, una y otra vez entre el deseo y su contrario.
En nuestra mente vamos silenciando todos estos hechos, no los expresamos con palabras, primero porque no tenemos el desarrollo neurológico necesario para esto y después porque se abre una brecha entre nuestra mente y la cultura en la que vivimos. Como decía Virginia Woolf “Porque más allá de la dificultad de comunicarse con uno mismo, existe la suprema dificultad de ser uno mismo” y yo añado de ser uno mismo en su totalidad. Vamos acumulando acontecimientos vitales que pueden ser bastante agotadores para unas personas y terroríficos para unas cuantas más. Depende del grado traumático del hecho en sí.
Todo esto tiene muchas implicaciones a nivel neuropsicológico, pero para ir cerrando con buen sabor de boca, te diré que hay posibilidad de tener una mayor calidad de vida. Esto pasa por reducir esa actividad en la red neuronal por defecto. Se ha comprobado en numerosos estudios que la meditación aplaca este vaivén.
La meditación fomenta la neuroplasticidad, aumenta las conexiones entre neuronas y engrosa la corteza cerebral, fomenta las funciones de la corteza prefrontal medial, reduce las hormonas del estrés, en fin, muchas bondades más. Pero a nivel psicológico, es a mi parecer cuando hace auténticas maravillas, aumentando el autoconocimiento, el autocontrol, la autocomprensión y la “autobondad”, esa que necesitamos para habitar con uno mismo y con los demás.
Nuestra especialista en neuropsicología Isabel Orozco, está aquí para acompañarte. En TusNua puedes encontrar apoyo profesional, sin tener que desplazarte, y cuando nos necesites.

Autor: Isabel Orozco
Psicóloga especialista en trauma y violencia, que se deriva en procesos de ansiedad, depresión, estrés postraumático, dificultades con apego y vinculación con las personas del entorno, dificultad en habilidades sociales y ventilación emocional, autoestima, desarrollo personal y con relación a la pareja.